El caso es que todos nos parecemos mucho. Pero mucho , mucho.
Un ejemplo:
Imagina que cometes siempre el mismo error. Hablo de un error no vital. De un error, en el trabajo, con los amigos, con la pareja, etc.
Es un error que tu no lo tienes catalogado como tal, porque entra dentro de tu cotidianidad (¿se dice así?) y por lo tanto , no lo ves. Un día, alguien que pasaba por allí, habla contigo, te observa y te dice que estas cometiendo un error.
Ese alguien, te explica el error, te demuestra que existe y te hace ver que si continuas por ese camino no te va a ir todo lo bien que tu quieres.
Ese alguien, también se adelanta a lo que va a ocurrir y te dice que lo mas probable es que mañana te vayas a esforzar en corregir ese error y que pasado mañana también pero que al tercer día, lo mas seguro es que de nuevo vuelvas a lo que era tu rutina del principio.
Quizas el culpable de que esto ocurra sea o bien tu resistencia al cambio o bien tu incapacidad para modificar tu , digamos, zona de comodidad.
El caso es que sabiendo que ese cambio te hará mejor o te hará mas fácil tu vida, sabes desde el primer momento que no lo vas a llevar a cabo, aunque si sabes que los dos primeros días lo intentaras.
Es nuestra naturaleza.
Somos así la gran mayoría.
Con Dios.
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